En la agricultura se emplean fertilizantes, pesticidas y otros agroquímicos para producir más cosechas, con plantas y frutos más grandes y atractivos, sin tomar en cuenta que intoxican los alimentos y pueden causar cáncer.
El uso masivo de fertilizantes contamina los mantos acuíferos y causa la salinización del suelo, lo que hace que las plantas perdamos nuestra capacidad de absorción, nos debilitemos y expongamos a enfermedades.
Otra forma de contaminar la flora son los transgénicos u OMG (Organismo Modificado Genéticamente), porque implantan genes de un ser vivo en otro distinto. Por ejemplo, insertan genes de pez en jitomates, para retardar su maduración; o genes de escorpión en maíz, para que desarrolle su propio insecticida.
Aparentemente lo hacen para que las plantas sean más resistentes a las enfermedades y a los herbicidas, pero esto conlleva graves riesgos: a unas ratas alimentadas con ciertas papas transgénicas se les redujeron los tejidos cerebrales y se les dañaron varios órganos. También, muchos gusanos de mariposa monarca murieron después de comer hojas contaminadas con polen de maíz transgénico.
Por eso es preferible la agricultura que emplea sólo abono orgánico o composta, porque vuelve fértiles los suelos sin dañar al ambiente ni a los seres vivos. La agricultura orgánica produce hortalizas, legumbres y frutas más sabrosas, aromáticas y nutritivas. Los alimentos orgánicos son más saludables y su cultivo ayuda a cuidar la flora.
Recuerda que la flora son todas las plantas o vegetales que viven en Nuestra Madre Tierra. En el siguiente capítulo, yo, Nikté, te diré cómo puedes cuidar a la flora.
Derechos Reservados © 2009, Rolando Tamayo Rodríguez.
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